Árbol Lámpara Otoniel
Silueta de Árbol de la vida, sus ramas describen historia, vida, crecimiento , sabiduría y madurez. Su retoños antes frágiles ahora llenos de fortaleza para dar cobijo a nuevas generaciones, la vida no termina nos transformamos permanentemente, siempre dejamos una parte de nosotros en algo o en alguien y nos llevamos aprendizaje, crecimiento y experiencia. Madera en chapa de pino MDF, recortada en una solo pieza, sellada con barniz y luz en parte posterior.
Plasma la espiritualidad, la conexión entre el cielo y la tierra, entre lo divino y lo humano. En él se combinan los 4 elementos: el fuego, el agua, el aire y la tierra para dar vida.
120 cm de diámetro
Árbol Lámpara Otoniel
×Ante usted, se despliega una pieza esculpida en madera, la crónica viva de la humanidad, una odisea inscrita en las líneas y curvaturas de sus ramas, que se alzan con la gracia y sabiduría conferidas por el tiempo. Este árbol simboliza el incesante flujo de la vida, el crecimiento perpetuo y la madurez que acompaña a los años y las experiencias vividas.
En este Árbol de la Vida, tallado con la destreza que emerge de la paciencia y el cuidado minucioso, , representa la conexión de su historia con la suya. Observe cómo cada brote, en sus inicios tembloroso y delicado, ahora se erige robusto, brindando refugio a las nuevas generaciones. Este árbol, con cada hoja meticulosamente tallada, testimonia que la vida no se extingue al cerrarse un capítulo; más bien, se transforma, se renueva y prosigue sin fin, dejando huella de nuestra esencia en todo lo que nos rodea.
La elección de MDF para elaborar esta obra, en una sola pieza, subraya una unidad y continuidad excepcionales. El acabado barnizado coincidentemente preserva la madera, que captura y refleja la luz, creando un efecto que trasciende lo visual para rozar lo espiritual. Esta pieza embellece el espacio y aporta una luz que ilumina el alma.
La conexión del árbol entre el firmamento y la tierra, entre lo divino y lo mundano, es tangible. Los cuatro elementos fundamentales —fuego, agua, aire y tierra— fundamentan el concepto de esta obra, infunde vida al Árbol de la Vida y a todo lo que simboliza.
Esta obra se convierte en un catalizador para la reflexión y la meditación, un espejo donde reflejarnos y examinar nuestra conexión con el entorno. Cada observación puede revelar nuevos significados, ofreciendo distintas interpretaciones sobre la esencia de nuestra existencia.
Para usted, al incorporar este Árbol de la Vida en su hogar o lugar de trabajo es invitar a la mismísima naturaleza a ser parte de su cotidianidad. Es dejar que la sabiduría que emana de esta pieza impregne su existencia, recordándole diariamente que, al igual que el árbol, sus raíces yacen en las tierras de sus vivencias, mientras se esfuerza por alcanzar los cielos de sus sueños.
Considere esta obra , como un acompañante en su periplo vital, un objeto que inspira, instruye y consuela. En sus ramas, en sus hojas, en la luz que desprende, se anidan relatos aún por narrar. Al adquirirla, estas historias se entrelazan con la suya, continuando su crecimiento, evolución y florecimiento con cada amanecer.